En los últimos 20 años la prevalencia de la celiaquía entre los argentinos se duplicó, no sólo porque los métodos para diagnosticar son cada día más precisos, sino también porque existe un aumento real de pacientes. En Mendoza, suman 3.000.
Hasta ahora, el crecimiento en el número de casos no tiene una explicación científica concluyente, sino que existen varias hipótesis entre las cuales hay dos muy fuertes: la teoría de la higiene y la de los cruces genéticos para modificar la planta del trigo.
La primera consiste en la desaparición de una serie de bacterias y parásitos que vivían en el intestino de los primeros pobladores de estas latitudes y que fueron desapareciendo a medida que se utilizaban elementos de limpieza con mayor poder de desinfección.
La ausencia de los bichitos dejaría a los intestinos más vulnerables al gluten. Los investigadores que siguen esta línea de trabajo ya diseñaron una serie de tratamientos para reintroducir algunos de estos parásitos en el afectado, claro que todo está en el plano experimental.
La otra teoría se desprende de las consecuencias de los constantes cruces genéticos para mejorar las plantaciones de trigo. En este caso la causa es la modificación de algunas de las proteínas que se encuentran en el gluten con el fin de proteger la planta, pero que producen daño en la respuesta inmunológica normal del intestino.
Esto se explica con sólo recordar que la celiaquía es una patología del intestino delgado, también conocida como enteropatía sensible al gluten.
El gluten, sustancia presente en el trigo, la cebada y el centeno, al interactuar con determinadas estructuras del intestino delgado, origina lesiones porque induce a una reacción en el sistema inmunológico contra el delicado revestimiento interno de su propio intestino (la mucosa), a través del cual se produce la absorción de los alimentos.
Estas novedades fueron informadas por Julio Bai, gastroenterólogo, miembro de la Sociedad Argentina de Gastroenterología que ayer presentó un trabajo de investigación en las Jornadas Mendocinas sobre Enfermedad Celíaca que se realizaron en un hotel céntrico.
Bai explicó: “Todo lo que se piensa es hipotético, pero sin duda que ha cambiado en estos años la inmunología del ser humano, no tanto por cómo comemos, sino qué alimentos ingerimos. Hay muchas sospechas respecto de las causas de este cambio. La teoría de la limpieza y de la modificación genética de los alimentos son sólo una muestra de esas hipótesis”.
Sensibilidad al gluten
La sensibilidad al gluten es otra patología de reciente reconocimiento y que según diversas investigaciones realizadas en nuestro país, ya tiene una prevalencia entre 5 a 10 veces mayor que la celiaquía.
Según Bai, esto se ha llamado sensibilidad al gluten no celíaca, donde los individuos que presentan síntomas o algunas circunstancias inmunológicas son dependientes del consumo del gluten porque al suprimir esa ingesta, se mejoran notablemente.
La sensibilidad al gluten tiene similares síntomas a la celiaquía pero también puede suceder que la persona sea asintomática y lo exprese de otro modo, inmunológicamente.
“Estas personas tienen anticuerpos positivos particulares, pero no tienen síntomas propios de la celiaquía, como por ejemplo el rasgo diferencial de esta enfermedad que es el daño en la mucosa. Ese aspecto es mínimo . Sin embargo, responden a la dieta sin gluten de forma efectiva”, detalló Bai.
Siguiendo la idea de su trabajo, este especialista aclaró que diagnosticar a una persona con sensibilidad al gluten se hace mejor si es a ciegas, es decir, sin que el paciente sepa que está recibiendo un placebo. Esto debe ser así porque la dieta sin gluten cambia mucho el sistema digestivo y es probable que todos los pacientes experimenten un cambio notable de ánimo. Este efecto placebo produce una respuesta neuronal específica y permite obtener resultados positivos.
Hasta ahora, el crecimiento en el número de casos no tiene una explicación científica concluyente, sino que existen varias hipótesis entre las cuales hay dos muy fuertes: la teoría de la higiene y la de los cruces genéticos para modificar la planta del trigo.
La primera consiste en la desaparición de una serie de bacterias y parásitos que vivían en el intestino de los primeros pobladores de estas latitudes y que fueron desapareciendo a medida que se utilizaban elementos de limpieza con mayor poder de desinfección.
La ausencia de los bichitos dejaría a los intestinos más vulnerables al gluten. Los investigadores que siguen esta línea de trabajo ya diseñaron una serie de tratamientos para reintroducir algunos de estos parásitos en el afectado, claro que todo está en el plano experimental.
La otra teoría se desprende de las consecuencias de los constantes cruces genéticos para mejorar las plantaciones de trigo. En este caso la causa es la modificación de algunas de las proteínas que se encuentran en el gluten con el fin de proteger la planta, pero que producen daño en la respuesta inmunológica normal del intestino.
Esto se explica con sólo recordar que la celiaquía es una patología del intestino delgado, también conocida como enteropatía sensible al gluten.
El gluten, sustancia presente en el trigo, la cebada y el centeno, al interactuar con determinadas estructuras del intestino delgado, origina lesiones porque induce a una reacción en el sistema inmunológico contra el delicado revestimiento interno de su propio intestino (la mucosa), a través del cual se produce la absorción de los alimentos.
Estas novedades fueron informadas por Julio Bai, gastroenterólogo, miembro de la Sociedad Argentina de Gastroenterología que ayer presentó un trabajo de investigación en las Jornadas Mendocinas sobre Enfermedad Celíaca que se realizaron en un hotel céntrico.
Bai explicó: “Todo lo que se piensa es hipotético, pero sin duda que ha cambiado en estos años la inmunología del ser humano, no tanto por cómo comemos, sino qué alimentos ingerimos. Hay muchas sospechas respecto de las causas de este cambio. La teoría de la limpieza y de la modificación genética de los alimentos son sólo una muestra de esas hipótesis”.
Sensibilidad al gluten
La sensibilidad al gluten es otra patología de reciente reconocimiento y que según diversas investigaciones realizadas en nuestro país, ya tiene una prevalencia entre 5 a 10 veces mayor que la celiaquía.
Según Bai, esto se ha llamado sensibilidad al gluten no celíaca, donde los individuos que presentan síntomas o algunas circunstancias inmunológicas son dependientes del consumo del gluten porque al suprimir esa ingesta, se mejoran notablemente.
La sensibilidad al gluten tiene similares síntomas a la celiaquía pero también puede suceder que la persona sea asintomática y lo exprese de otro modo, inmunológicamente.
“Estas personas tienen anticuerpos positivos particulares, pero no tienen síntomas propios de la celiaquía, como por ejemplo el rasgo diferencial de esta enfermedad que es el daño en la mucosa. Ese aspecto es mínimo . Sin embargo, responden a la dieta sin gluten de forma efectiva”, detalló Bai.
Siguiendo la idea de su trabajo, este especialista aclaró que diagnosticar a una persona con sensibilidad al gluten se hace mejor si es a ciegas, es decir, sin que el paciente sepa que está recibiendo un placebo. Esto debe ser así porque la dieta sin gluten cambia mucho el sistema digestivo y es probable que todos los pacientes experimenten un cambio notable de ánimo. Este efecto placebo produce una respuesta neuronal específica y permite obtener resultados positivos.
Fuente: Diario uno
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